Opinión
Por
  • JUAN JOSÉ MAIRAL HERREROS (SABIÑÁNIGO)

¿Qué pasa o pasará con nuestros hijos?

Eso me pregunto yo. Nuestros retoños y nuestros adolescentes nos dominan o dejamos que nos dominen para que no sufran ni padezcan. Les hemos dado puerta abierta a todo o casi todo. No somos capaces de pararles ni de ponerles trabas o llámense normas de las de antes, de las de pura convivencia, normalidad y sentido común. Vemos natural que tengan apenas con diez años su móvil más a la última, que lleven las más modernas zapatillas de marca, que se compren o les compremos, mejor dicho, la última consola aparecida en el marcado a pesar de ya haberles comprado anteriormente los dos o tres modelos anteriores, que se levanten a las tantas de la cama como si a pensión barata y completa estuvieran después de una noche dura diversión y alcohol, que sus notas escolares, su esfuerzo y su trabajo diario no sean lo más importante en este momento de su vida, que deban ser felices, que vayan al ton y son del grupo y de la "manada" sin saber si son ellos mismos los que lo quieren o les manipulan y dirigen a formar parte de su banda o pandilla que la paga semanal sea como un deber paternal fijo y con interés creciente, que los protejamos y los indultemos antes de tiempo y de saber a ciencia cierta que hacen y con quién andan.

Eso me pregunto yo. ¿Qué pasa o pasará con nuestros hijos?: Serán ellos, la generación, que logre quedarse a vivir en nuestras casas y nosotros debamos irnos a algún lugar para que se acomoden a su gusto y no se frustren. O quizás debiéramos preguntarnos ¿Qué pasa con nosotros? Y ya ni me pregunto ¿Qué pasará con nuestros nietos? Que eso ya es cosa de nuestros hijos.