Opinión
Por
  • DIEGO SÁNCHEZ BOLSA

Recuento anual

A las puertas de las inminentes fiestas navideñas y finales de año, está comprobado que un cierto impacto negativo suele asaltar a un determinado grupo de personas.

Porque, precisamente a ellas les suele surgir el momento propicio para hacer un recuento anual de los logros obtenidos y compararlos -inevitablemente- con los objetivos prefijados que han caído en saco roto.

Mucho tiene que ver en este estado verdaderamente frustrante, tanto las altas expectativas creadas por el impresionante ataque publicitario existente durante esta época navideña como la baja autoestima sobrevenida por el acumuló de promesas incumplidas.

Cierto es que esa extraña sensación que se palpa en el ambiente viene creada por el marketing, en efecto, pero también gracias a las películas y hasta a los cuentos, en la que se expande la falacia de que a quien no disfruta a tope esta época de paz y amor, algo malo le sucede o, incluso, puede haberse convertido en gente sin alma.

Y es que, resulta del todo absurdo e inclusive patológico pretender ser felices siempre, ya que no dejan de ser -lisa y llanamente- días iguales a los del resto del año.