Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La nutrición, una asignatura pendiente

P RIMUM manducare, deinde philosophari. La derivación del "vivere" al "manducare" no es sino la expresión doble de una misma realidad. Para filosofar, para llegar a los saberes y a las sensibilidades de la belleza y del conocimiento, es imprescindible -vital, en sentido estricto- alimentar el cuerpo. La mente sana en el cuerpo sano. En una sociedad que ha hecho del consumo un fin en lugar de un medio, los excesos están provocando el efecto rebote de la calidad de vida hacia la dificultad para el propio sostenimiento de una condición sana, curiosamente cuando se dan todas las circunstancias para que la dignidad existencial sea plena y no esté sometida a los efectos secundarios de la estulticia humana.

En nuestra edición de hoy les traemos un fenómeno que, sin ser estrictamente nuevo (todos conocemos personas en nuestro entorno con un potente descontrol en la ingestión de alimentos y de bebidas), amenaza con convertirse en una patología en esta sociedad de los excesos: el grupo de Comedores Compulsivos de Huesca, que responde en su origen a vulnerabilidades psicológicas por adicciones distintas, por falta de confianza o por determinadas situaciones que desembocan en respuestas inadecuadas.

Como en otro tipo de casuísticas, escapar mediante la prevención hasta el riesgo cero resulta imposible. Apreciarlo así es falsear la naturaleza humana que, a través del libre albedrío, conforma un universo imposible de abarcar en los estímulos y en los efectos. Pero sí es cierto que esta sociedad, desde los individuos a los gobiernos, no han sabido constituir la nutrición como una asignatura con la que educar a los jóvenes en los hábitos saludables, con la que eludir las toxicidades y con la que responder a las emergencias latentes o patentes. Y por eso hay un debe pendiente.