Opinión
Por
  • Pascual Ascaso

Un hijo ejemplar donde los haya

Los implicados en esta historia que de manera breve les voy a relatar, son un matrimonio mayor y uno de sus hijos. Me quedé asombrado cuando me la contó el padre, por la calidad humana que tiene ese hijo. El matrimonio reside en una ciudad que muy bien puede ser Huesca y el hijo en otra ciudad distante a 380 kilómetros de la de sus progenitores que podría ser, por qué no, Madrid.

La madre cayó enferma hace cuatro años falleciendo dos años después. Desde el mismo momento que la madre enfermó, el hijo se trasladaba en el AVE desde su propio hogar familiar hasta el de los padres para estar al cuidado de ellos. Regresaba cada fin de semana a su hogar para ver a su familia y el lunes vuelta a empezar con la única y meritoria labor de atender a sus padres en todas sus necesidades.

Desde la muerte de su madre el programa del hijo sigue siendo el mismo para cuidar de su padre, pero espaciando más las visitas para ver a su propia familia. Hace un tiempo fue operado el padre y esto hace que los cuidados que necesita éste y que le presta su hijo son todavía mayores, entre otras cosas por su avanzada edad.

Este es el hijo que yo conozco, que entiende hasta el extremo cuál es el deber sagrado de un hijo para con sus padres. Por muy sacrificado que resulte quiere atender a lo que más quiere con un cariño y una delicadeza enorme y todo sin olvidar, como es lógico, a su propia familia, aunque espaciando lo que sea preciso el calendario de visitas. Qué duro tiene que resultar para todos y especialmente para él, el camino que está recorriendo. ¿No es este hijo un samaritano de pro Cuando me contaba el padre con lágrimas en los ojos la historia real, yo me quedé asombrado y perplejo y no pude por menos que unir mi llanto al suyo, felicitándole, entre sollozo y sollozo, por el maravilloso hijo que tiene.

He querido contar esta historia, humana donde las haya, para que otros la conozcan y pueda remover la conciencia de muchos, pero sin desvelar el anonimato de los personajes de esta historia, ya que sólo a ellos les corresponde el hacerlo o no.

Después de tanta deshumanización que hay en el mundo, este relato consuela, gratifica y ejemplariza. ¿Quién no puede desear que cunda el ejemplo?