Opinión
Por
  • MARIANO RAMÓN

Balance

Si el sentimiento de vergüenza fuera mercancía de consumo ordinario, deberían avergonzarnos las medidas preventivas que tuvieron que tomarse para garantizar el desarrollo normal de un partido de fútbol. Nada menos que tres mil agentes de distintos cuerpos fueron movilizados para garantizar la seguridad de los espectadores en el Camp Nou barcelonés. Algunos aficionados veteranos oscenses recordarán a los cuatro guardias armados apostados en las esquinas del Alcoraz o del campo de San Jorge, lo mismo que se daba en los campos de Torrero o en el madrileño Chamartín. Sin embargo, tamaña prevención barcelonesa no sirvió para evitar que un grupo de exaltados cainitas provocaran sus habituales desmanes en los aledaños del estadio barcelonés. Ahora y tal como están las cosas, la escena de esos guardias sentados en una silla y con la gorra puesta presenciando el partido, resulta irrepetible. Estamos al cabo de un año y es momento de hacer balance de el pasado y de abrir la esperanza al que está recién nacido. Del pasado quisiéramos borrar todo aquello que ha empeorado la convivencia y para el futuro desearíamos alcanzar un acuerdo para lograr entre otros progresos, la reanudación del tráfico ferroviario por Canfranc y la realización de los regadíos del Canal de la Hoya y la manufactura de sus productos y comercio con nuestros vecinos especialmente con los franceses donde tantos apellidos españoles los esperan.