Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Una sesión otrora inimaginable

La segunda sesión del pleno de investidura trascendió el hecho apenas relevante del decaimiento de la aspiración de Pedro Sánchez, ya que la mayoría absoluta era manifiestamente inalcanzable. Pasará a la historia reflejada en el libro de sesiones por la innoble e inadmisible intervención de la portavoz de Bildu zahiriendo al jefe del Estado, al sistema democrático y a la memoria de las víctimas del terrorismo. Siendo grave la alocución de la susodicha, resulta más inquietante y triste la tibieza en la respuesta de quienes van a configurar el futuro ejecutivo, so pretexto de una libertad de expresión falsariamente sin límite y, todavía más grave, con la escenificación de una equidistancia por parte de quien será vicepresidente con los partidos de la oposición, obviando que entre ellos (como entre los socialistas) muchos han tenido que acudir a los funerales de los asesinados por los terroristas a los que sigue sin condenar la heredera de una formación que en su tiempo fue declarada ilegal incluso por Europa. La mención a Otegi fue el colmo de la desfachatez.

La firmeza para llamar la atención ante el enfado de la bancada opositora contrasta con la debilidad en la respuesta a las provocaciones desde los partidos independentistas, que alcanzó la cima con la abertzale. Y esa precisamente, la condescendencia con las amenazas de Rufián o la pasividad ante Bildu, genera una incertidumbre sobre la imprescindible defensa de la Constitución a la que aludió Pedro Sánchez y sobre la independencia entre los poderes que es el baluarte de un Estado de Derecho y que ha sido puesta en entredicho por la insinuación de que hay que abandonar la judicialización del conflicto catalán, que entró en sede de tribunales sólo porque no pueden permanecer impasibles ante la vulneración de la ley. Salvo que queramos empobrecer la democracia.

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