Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Un gobierno difícil en busca del progreso

En democracia, difícilmente un gobierno no busca el progreso. Debe ser su principal virtud por la necesidad de todos los partidos de consolidar su estabilidad en el poder. Ayer, Pedro Sánchez fue investido presidente en una sesión en el que ya no cabía más tensión que la acumulada el fin de semana, a pesar de que algunos de los condescendientes que han propiciado el visto bueno al socialista se empecinara en recordar, para regocijo de los opositores, que la gobernabilidad le importa un comino. Es lo que tiene la compañía indeseada aunque imprescindible para los propósitos de socios por activa o por pasiva que tienen poco apego a la unidad de España y a la fortaleza del Estado. El listado, otrora, enmudecería a una parte muy sustantiva de la ciudadanía, pero hoy estamos en época de fragmentación y de transversalidad, con la complejidad y a la par oportunidad que concita.

En cualquier caso, tras un larguísimo proceso que ha conllevado una moción de censura y dos elecciones, la tenacidad constatada de Pedro Sánchez ha hallado recompensa a través de un ejecutivo de coalición con Podemos. La legislatura requerirá de muchos equilibrios, de visión y de diálogo, de identificación de las prioridades y de la convicción de que el desarrollo social ha de ir acompañado de las herramientas adecuadas precisas para garantizar el Estado de Bienestar con las pensiones en primer término de la inquietud, para mejorar el mercado laboral, para avanzar en los servicios y en las infraestructuras, para desplegar políticas más eficaces frente a la violencia de género y para modernizar el país bajo la premisa ineludible de que absolutamente todos los ciudadanos han de disponer de los mismos instrumentos para edificar su proyecto vital. Y esto sólo se puede elevar con solidaridad, Constitución y, por ende, ley.