Opinión
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  • PASCUAL ASCASO

La antítesis de un debate

La antítesis de un debate o un debate de bravuconadas, como ustedes prefieran, fue el desarrollado en el Congreso para defender la investidura de la que no ha dejado de soñar con ello ni de día ni de noche, aunque se haya tenido que aliar para ello con los que quieren a España dividida.

Desde el primer momento hasta el último, por parte de todos, el Congreso se convirtió en una caza de brujas y de llamarse embusteros los unos a los otros; en esto todos tenían razón ¿Oímos algo distinto por parte de todos los grupos políticos, que no fuera el historial reprochado de su oponente y siempre con voz altanera creyendo tener la razón y tratar de quitársela al otro Pudimos observar como Sánchez arremetía contra el PP, Cs y Vox para tratar de dejarlos noqueados, sin conseguirlo, y con qué delicadeza, amabilidad y cortesía trataba a sus aliados independentistas. Se veía valiente y ufano ante los primeros y cobarde y nervioso ante los segundos. ¡Qué mal me huele esto! Las mentiras de Sánchez, muchas y gordas, se las iban poniendo sobre el tapete; no las repito por que son conocidas por todos, y él ufano y orondo las admitió como si no fueran con él.

A los oídos sordos que hizo por lo dicho por Bildu o la CUP al atacar al Rey y lo dicho por Rufián con voz alta, altanera y amenazante, tampoco respondió nada, a sabiendas de que nada respondería, porque si lo hacía la investidura al traste se iría y encogido Sánchez como una pasa aguantó el feo si quería llegar a la Moncloa.

Sánchez no respondió ni a una sola de las preguntas que le hizo por parte de Cs la señora Arrimadas a pesar de habérselas repetido en los tres turnos de palabra, lo que quiere decir que no tenía respuesta, que mintió o porque la respuesta podía ofender a sus compañeros de viaje independentistas y se podía quedar sin caramelo. En definitiva que se le vio el plumero y dio la respuesta por callada ofendiendo a todos menos a sus aliados separatistas y altaneros que estaban más contentos que unas pascuas con su Sánchez arrinconado. A cambio de qué y sus consecuencias, solo él y su amigo Iglesias, antes enemigo, lo saben.

Ante la frase provocativa que usted aplicó a un grupo de la oposición: "Son valientes con los débiles y cobardes con los poderosos", se le puede aplicar a usted la de: "Es valiente y bravucón con los de la oposición, pero cobarde con sus compañeros separatistas de viaje".