Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Altoaragoneses del Año, retrato de una sociedad

Desde noviembre de 1985, y particularmente desde la primera Gala de las Pajaritas del 3 de enero de 1986, los Altoaragoneses del Año fijan el retrato de la sociedad oscense, de las diez comarcas y de toda su actividad, con el reconocimiento y el aplauso a las personas, colectivos y organizaciones que reciben sus pajaritas y sus diplomas en los albores de cada ejercicio. Los lectores son los que dictaminan quiénes son los más destacados en las categorías de Cultura, Sociedad, Deporte y Empresa, con una capacidad observadora fruto de la buena información de la que se proveen para determinar cuáles son las prioridades en cada momento.

El aleteo de las pajaritas del trofeo inspirado en Ramón Acín y su gran obra en el Parque Miguel Servet -combinación cierta y admirable de arte y ciencia, creación y conocimiento- nos otorga, en la lectura global de los 35 años de los Altoaragoneses del Año, el catálogo de valores del paisanaje oscense, unas gentes alegres, saludables, admirables en su bonhomía, creativas, solidarias y dispuestas a la mayor entrega para que el conjunto de la comunidad prospere. Estamos convencidos de que esta inyección de autoestima que se resume en el solvente dato de los 1.400 galardonados contribuye a la consciencia y la conciencia del desarrollo y de las aspiraciones de una provincia que conquista espacios de prosperidad aun en la dificultad, porque sobra talento y la voluntad se manifiesta a través del esfuerzo, para configurar una fórmula y una ecuación que no encuentra límites. Juntos, somos muchos y mucho más, y ese es el espíritu que inspira la acción colegiada entre el diario y cada uno de sus lectores. Como rezaba la declaración de intenciones en su origen, allí por septiembre de 1985, todo por y para la provincia. Y desde la provincia.