Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La transversalidad en los efectos de la agricultura

Anthelme Brillat-Savarin, referente del alumbramiento del término de gastronomía, nos entregó dentro de su volumen impresionante de perlas aquella que sentencia que la suerte de las naciones depende de su manera de alimentarse. En el mismo rumbo cabalgan muchísimos aforismos españoles e internacionales, porque es una cuestión de puro egoísmo tratar bien a quien nos facilita un buen plato y una bebida reconfortante. Por eso las organizaciones agrarias se manifestaron ayer en la Plataforma Logística de Zaragoza bajo la pregunta "¿Quién te dará de comer mañana". Una concentración que, más allá incluso de la protesta, constituye una llamada a la concienciación de los ciudadanos ante un contraste perverso: en los lustros venideros, los profesionales del sector primario habrán de ser mucho más productivos para atender la demanda mundial y, sin embargo, las previsiones señalan que sus retribuciones serán menores por el malhadado destino que deparan los posvanguardistas conceptos de la competencia.

Para nuestro conocimiento y rigor argumental, precisamos argumentos tan convincentes como los que nos aporta la realidad que transita de la tierra al cielo para detenerse en el acondicionamiento de un escenario en el que broten fértiles los frutos de los agricultores y los ganaderos. La transversalidad -paradigma tan de moda hoy- de este sector es tal que con él interactúan la industria, el comercio, el turismo, la logística e incluso las nuevas tecnologías. Y todo el entramado productivo y social se medirá en el porvenir en los guarismos y los hábitos que determinen cómo nos alimentamos, a cuántos miles de millones somos capaces de sostener -sí, esto es la sostenibilidad- y cuáles son las condiciones de dignidad de quienes aceptan tan delicada y responsable misión.