Opinión
Por
  • PASCUAL ASCASO

Las injusticias

El productor cobra por un kilo de cebollas 0,82 euros mientras que el consumidor paga por ellas 5,35 euros; el productor percibe por un kilo de patatas 0,15 euros cuando el consumidor paga por ellas 1,25 euros; 0,55 euros percibe el agricultor por un kilo de tomates y al consumidor le cuesta 1,98 euros. El ganadero cobra por un kilo de ternera 3,97 euros, mientras 15,70 euros debe pagar el consumidor si quiere comerla; 3,37 euros percibe el ganadero por un kilo de cordero y 11,48 euros debe pagar el consumidor si quiere llevárselo a su mesa.

Son suficientes, creo, estos ejemplos para darnos cuenta de que cuando unos y otros, productores y consumidores, ponen el grito angustioso en el cielo, más los primeros que los segundos, tienen toda la razón del mundo. Está claro que los intermediarios y distribuidores se quedan la mayor tajada y todo porque los gobiernos de turno, del signo que sean, no hacen nada por remediarlo.

Sí, hay que escuchar a los agricultores y ganaderos y no hacer oídos sordos. Hay que buscar soluciones para que los eslabones de la cadena distribuidora ganen menos, el productor gane más y el consumidor pague algo menos. Todo es cuestión de equidad y los gobiernos de turno deben trabajar para solucionar las injusticias. Y deben hacerlo sin dar tiempo a que los gritos de desesperación se produzcan. Hay que adelantarse a ellos poniendo remedio a las injusticias que se puedan producir. ¿Así se quiere regenerar el medio rural o lo que hacen es hablar por no callar Este ejemplo de injusticia no es el único que se da en el país y en el mundo, sino que son infinidad los que padecemos al crear desigualdades intolerables, porque la equidad, la solidaridad y la justicia social brillan por su ausencia, cuando deben ser las garantes de una sociedad justa y pacífica. Este mal endémico hace que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres sean cada vez más, y más pobres.

Ante la injusticia social no hay que plegarse, sino desplegarse para conseguir un país y, por ende, un mundo más justo. Esa debe ser la política a aplicar y no la que estamos viendo, sufriendo y padeciendo, teniendo que ser las ONGs las que se encarguen de solventar las necesidades extremas que muchos padecen.

Si distribuyendo bien lo que tenemos hay para todos, ¿por qué no se hace Pues porque trabajan en pro de su propio bolsillo sin pensar en las necesidades de los demás. ¿No es vergonzoso?

¿Así se quiere regenerar a los pueblos?