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  • Diario del Altoaragón

Los jóvenes hiperconectados

En los principales centros educativo de Silicon Valley, el corazón de la economía digital, las pizarras son de encerado, los profesores manejan tizas de colores y los papeles colgados en los tablones de anuncios han sido escritos, dibujados o pintados sin intervención de ordenadores ni impresoras. Curiosamente, muchos alumnos son hijos de gurús, empresarios y profesionales influyentes de las tecnologías, pero educan a sus hijos sin que haya intervención de estas herramientas hasta que cumplen los doce años. Es una paradoja en el lugar con mayor disponibilidad de aplicaciones del planeta. En nuestro entorno más inmediato, sin embargo, los adolescentes destinan más de seis horas diarias al uso de dispositivos de pantalla, según se desprende del estudio realizado por investigadores de la Universidad de Zaragoza.

Contraviene esta saturación las recomendaciones de organismos nacionales e internacionales de un máximo de dos horas por jornada, y eso sin tener en cuenta la influencia de los lobbys de determinadas industrias que tiran de opacidad para no revelar los efectos negativos sobre la salud de determinados órganos como la vista o el oído, además de las repercusiones de unos hábitos sedentarios.

La informática y las soluciones digitales tiene una trascendencia en nuestras vidas, en nuestros trabajos y en nuestros conceptos de ocio que, igual que el lenguaje, pueden ser magníficos instrumentos para mejorar la vida o pésimas armas para erosionar la naturaleza humana, su capacidad de saber, su curiosidad, la educación humanística y la edificación de la personalidad cimentada en valores. No es tiempo de retroacción, pero sí de reacción porque, de lo contrario, la calidad de la sociedad se resentirá por la dificultad de conformar ciudadanos críticos. Esto es, libres.

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