Opinión
Por
  • DIARIO DEL ALTOARAGÓN

Serrat, el conocimiento y los valores

Responde Joan Manuel Serrat al prototipo de la persona íntegra en el que, como tal, confluyen habilidades, actitudes y conocimiento. La de cantar, la de entender y practicar el mundo, y la de saciar la curiosidad para divulgar y formar a través de su actividad. De ahí que el nombramiento de doctor honoris causa por la Universidad de Zaragoza honra a la institución que lo entrega y reconforta a la ciudadanía porque, en esta determinación, la institución pone en práctica la condición de su naturaleza: universalidad, amor por la libertad, criterio y educación.

El cantante del Mediterráneo sobrepasa, con mucho, en dimensión su origen catalán para auparse a la estimación de un patrimonio mundial. Y no lo es tan sólo por sus portentosas aptitudes para la interpretación intimista, emocional, lírica, ni siquiera por la belleza y profundidad de sus letras y de su arte que han sido reconocidas por el estamento universitario. Ayer había una inusitada expectación porque Joan Manuel Serrat siempre pronuncia su interpretación de la vida y del ser humano, envueltos en la necesidad de armonía y de firmeza para edificar un planeta más justo y más sostenible con unos ciudadanos reflexivos para disociar el bien del mal, la igualdad de la vileza, la paz de la violencia, el trabajo de la mezquindad, el rigor de la ignorancia. El discurso de Serrat fue un canto al conocimiento que no puede limitarse a un papel abstracto, sino que ha de aliarse con la ética para que la vieja Europa, la que ha abanderado históricamente la lucha por los derechos y la democracia, no incurra en la mezquindad de quedarse sin su alma para zambullirse en la oscuridad de la injusticia. Renunciar a su personalidad es perder la salud, alienarse y dimitir de su orgullo de líder del pensamiento y de la cultura. Una irresponsabilidad.