Opinión
Por
  • TEÓFILO MARCO ESTELLA

La gratitud

En la persona humana juega un papel enorme la virtud del agradecimiento. Pero no abundan mucho las personas que saben ser agradecidos y den las gracias por un favor, un servicio recibido. Y aunque no salga del corazón sino de los labios, un ¡muchas gracias! hace mucho bien al que lo recibe. Porque hay personas que esperan todos los días la caricia de la gratitud. No esperan dinero, ni otra clase de bienes materiales. Me han contado que, cierto trabajador comentó: "Yo comprendo que mi jefe no pueda darme más dinero. La economía tiene sus leyes. No siempre tienen dinero los que parecen adinerados. Lo que no comprendo es que mi jefe no pueda tratarme mejor, que no cuesta dinero".

Otro caso: en una familia, la madre y esposa de la casa, un día pone en la mesa los platos para comer con paja. El marido y los hijos protestan: ¡qué es esto, una broma! ¡Ah! Dice la señora, os habéis dado cuenta de que no se puede comer ¿eh Y años y años os he puesto buena comida, a vuestro gusto y nunca me habéis dado las gracias, un gesto de aprobación. Así que sepáis que no soy de mármol y tengo mis sentimientos.

Por unas cosas o por otras la buena convivencia social no siempre es real, ya que el hombre dondequiera que esté lleva consigo el lastre de su humanismo defectuoso. Así que tan pronto como un hombre se coloca junto a otro, en el trabajo, en la casa, en la calle, puede surgir el egoísmo, el pensar en sí mismo, y esto impide que de su corazón salga la cordialidad, la gratitud, ya que algún servicio nos hacen los demás.