Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Nada nuevo bajo el sol

T ODO viene ya anunciado, como si nos prepararan para las noticias, y, claro, así dejan de serlo a los efectos. El presidente del Gobierno convocó ayer otra comparecencia ante los españoles de más longitud que profundidad. Nada nuevo respecto a lo que ya habían adelantado prácticamente todos los medios. Aquí no hay globos-sonda, sino globos visibles que describen la trayectoria sin piruetas ni imprevistos. Y, sin embargo, la predictibilidad de la acción gubernamental choca frontalmente con la inexistencia de certidumbres en la evolución de la enfermedad, en la tristeza estadística y en la zozobra universal sobre las consecuencias para nuestras vidas de un seísmo existencial que ha generado ya dolor y muerte, y posteriormente engendrará un escenario en el que el bienestar dejará de ser un estado para erigirse en un deseo en el que creer y por el que luchar, porque la inclinación de la cuesta arriba va a poner a prueba todas nuestras capacidades, nuestras habilidades y nuestras actitudes.

Pero ahora estamos lógicamente inquietos porque en la búsqueda del pico se desprenden por el precipicio miles de seres humanos, porque nos sorprendemos en la injusta hipocresía social del consuelo porque los que fenecen son los mayores -como si no tuvieran derecho a apurar sus carnés de identidad hasta que la naturaleza lo determine- y solamente hacemos noticia de los pocos que fallecen jóvenes -a los que buscamos su historial de patologías-. Y nos agarramos gracias a Dios a las maravillosas exhibiciones de solidaridad, a las heroicidades de nuestros profesionales (sanitarios y los demás) y a una esperanza lejana porque no existen certezas. Y las máximas se desvanecen (léase el uso de mascarillas otrora estigmatizado, mañana obligatorio). Apenas se ve nada nuevo bajo el sol. Aunque, al final, alboreará.