Opinión
Por
  • ÁNGEL M. MORÁN

¡Qué suerte ser genios!

Incluso ante la tragedia, el dolor y la muerte conviene hacer una lectura positiva. Hasta hace pocas semanas las cosas parecían estar claras porque a diario asistíamos a la sucesión de una serie de verdades inamovibles y absolutas que nos daba seguridad.

A fecha de hoy ninguna vale ya. Teníamos las respuestas preparadas y de repente nos han cambiado las preguntas. El coronavirus, la nueva peste del s. XXI nos ha devuelto a la realidad. Creímos que ser genios era algo propio de deportistas extraterrestres, de artistas en racha o de personajes mediáticos y mucha gente se lanzó a imitar esas vidas con el íntimo deseo de rodearse de seguidores, fama y dinero a partes iguales. Pero el mundo a veces da un golpe en la mesa, sobre todo cuando nos endiosamos con una grandeza totalmente vacía.

Afortunadamente, esta negra crisis que eclipsa di vos, ha favorecido que aparecieran millones de pequeños astros nobles que brillaban con luz propia desde siempre a pesar de que casi no nos percatáramos.

Son grupos heterogéneos de gente trabajadora, bastante honrada, que paga sus impuestos colaborando al bien común, que cumple con las tareas que la sociedad le encomienda, que aporta rigor y que genera confianza.

El corazón aplaude a quien trabaja en un hospital porque literalmente se juega su salud con enfermos contagiados a los que intenta rescatar con vida. Aplaudimos de corazón a la gente que conduce ambulancias, a las personas que limpian, a quienes patrullan para que haya orden, a los que desinfectan, a los que madrugan para que podamos encontrar en los expositores los productos para comer y a aquellos que conducen toda la noche hasta descargarlos.

Y por agradecer hasta agradecemos la tarea de los profesores que han accedido gustosos a la revolución pedagógica de convertir el salón de su casa en aula virtual en tan solo un fin de semana y además poniendo imaginación y recursos propios cada uno.

En la historia reciente de España, quizás nunca habíamos tenido la sensación tan cierta de formar parte de una cadena que funciona si cada uno cumple la ley (en vez de saltársela unilateralmente con descaro), que avanza sorteando mil y un problemas y adversidades, y que por fin de forma anónima, logrará ponernos de nuevo a salvo una vez que traspasemos la difícil senda de la recuperación en la que todos vamos a ser necesarios para sacar solidariamente al vecino que tengo a mi lado.

Nadie dijo que fuera fácil pero estoy segurísimo de que lo conseguiremos.

Todos somos genios, gente estupenda de verdad.

TodoVaASalirBien.

ÁNGEL M. MORÁN

Secretario general EHuSi-FSIE en Huesca