Opinión
Por
  • AMÉN JOSÉ SÁ

Reconciliación

En este momento que nos ha tocado vivir me parece oportuno recordar a Juan XXIII cuando en el 1958 aceptó hacer un Concilio. Dijo a los Cardenales "con la condición de que no le hagan preguntas demasiado difíciles" con estas palabras: No haremos un proceso histórico, no vamos a buscar quien se equivocó o quien tuvo razón; las responsabilidades son compartidas, solamente diremos: ¡reconciliación! El día de la apertura del Concilio dijo: "En la situación actual de la sociedad, los profetas de desgracias no ven más que ruinas y calamidades, Dicen que nuestra época ha empeorado profundamente, como si en otros tiempos todo fuera perfecto; anuncian catástrofes como si el mundo hubiera llegado al fin". El Concilio Vaticano II supuso una transformación para todos, principalmente para los matrimonios.

Pocos años después, en Huesca, en el Convento de las monjas del Pilar y las parroquias, invitaban a hacer unos cursos de matrimonio sobre el desarrollo del Concilio Vaticano II, nos apuntamos unas treinta personas. No nos conocíamos pero adquirimos muy buena amistad, salimos como hermanos. Es una pena hoy día como nos hemos dividido, hoy precisamos esa "reconciliación", la manera de pensar y actuar es como el Cielo y la tierra. Hoy estamos todo el mundo igual, nadie puede culpar a nadie. Señor, dame una buena digestión y naturalmente, algo que digerir. Dame la salud del cuerpo y el buen humor necesario para mantenerla. Dame el alma sana. Señor, que tenga siempre ante los ojos lo que es bueno, lo bueno y puro; de modo que ante el pecado no me escandalice, si no que sepa encontrar el modo de remediarlo. Dame el alma que no conozca los ronroneos, los suspiros los lamentos, no permitas que tome demasiado en serio esa cosa entrometida que se llama "el yo". Dame Señor el sentido de humor. Dame el saber reírme de un chiste para que sepa sonreír un poco y de alegría a la vida y, pueda compartir esa alegría con todos los demás.