¿Equidad educativa?

En esta sociedad globalizada que nos toca vivir, en la que el vértigo de la velocidad prácticamente nos engulle en cada momento y donde el consumismo es todo para ya, la cultura del esfuerzo parece estar atravesando -ciertamente- sus peores momentos.

Porque, en cuanto a la educación infantil se refiere, más de un padre piensa equivocadamente que lo mejor que puede hacer por sus hijos es tratar de evitarles cualquier dificultad como aquellas que a él le pasaron en su juventud, cuando verdaderamente lo más aconsejable es hacerles ver claro a sus hijos que el esfuerzo siempre merece la pena -por mínimo que sea- ya que sin el no puede haber aprendizaje, además de que no es gratuito.

Por eso, el hecho de que nuestro país haya dado por aprobado el ciclo lectivo del presente año escolar a todos los estudiantes y haya anunciado que solo habrá repeticiones en casos excepcionales, a causa de la parálisis provocada por la pandemia del corona virus, no deja de ser una decisión tan rigurosa como drástica.

Y es que "pasar el curso olímpicamente", pese al acuerdo Fapar y educadores en el sentido de que no dan aprobado general, debido a que con aparente normalidad ¡ojo! lo han seguido por vía telemática quienes han podido ( ), no es precisamente claro ejemplo de ¿equidad educativa?