Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Responsabilidades y culpabilidades

En la generalización, reside la base de una de las injusticias que comete la especie humana. Es prima hermana del prejuicio, cuyas atribuciones incurren en el riesgo de la inexactitud y, consecuentemente, de una suerte de error fatal para los aludidos. Conviene ser precisos para no incurrir en una suerte de delación indiscriminada sobre los comportamientos cívicos que, a estas alturas, se dirigen fundamentalmente a las medidas precisas para evitar los contagios de un patógeno tan inquietante como el coronavirus. Cuando la población ha estado recluida disciplinadamente en sus hogares, sea por miedo, sea por civismo convencido, entre las paredes de sus hogares, no es justa esta regañina por riego a manta que no distingue entre quienes cometen disparates y la inmensa mayoría que se comporta adecuadamente. Quizás, en lugar de afear conductas que son individuales, convenga aplicar con el máximo rigor la vigilancia que con tanto escrúpulo han ejecutado las fuerzas y cuerpos de seguridad en las jornadas de calles vacías.

Los españoles estamos más necesitados de certezas y de una pedagogía práctica, finalista, en la que las autoridades -que no necesariamente han de ser políticas, sino las oficiosas con conocimiento de causa y de consecuencias- nos expliquen con claridad cuáles son los mejores recursos y mecanismos para que las consecuencias sean nulas en el detrimento de nuestra salud. A partir de esa didáctica ciudadana, con sus certidumbres y sus lagunas, la carga de la prueba es individual siempre que no se incurra, por supuesto, en amenazas contra la salud pública. Estamos en ese equilibrio entre responsabilidad y culpabilidad en el que podemos y debemos atribuir cada nivel de forma personal, sabiendo sin embargo que en la suma del conjunto residirá la vuelta a la vieja normalidad.