Opinión
Por
  • TOMÁS MOYANO

Quiero ser monje budista

Ya en mis anteriores escritos, he mencionado cómo los jóvenes veinteañeros tailandeses se incorporan a los monasterios para ingresar como monjes novicios budistas. El periodo de estancia puede ser de unos días, semanas o meses y algunos se quedaran para profesar como monjes adultos.

Dos buenos amigos, Ven y Nicha, han manifestado (antes de casarse y licenciarse ambos) su firme decisión de ordenarse durante tres meses. Hacia las seis de la madrugada, los dos llegan al templo de Wat Saket en Bangkok para comenzar los rituales en su transición de la vida secular a la disciplina monástica. Seremos "nagas" y con los rezos de los monjes daremos, vestidos de blanco, tres vueltas a la sala de ordenación. Un "naga" era una serpiente mitológica venerada por los hinduistas y budistas. Los familiares empiezan entonces a cortarles mechones de pelo y luego un monje seguirá rasurándoles la cabeza y las cajeas, terminando por untarles con una pasta rojiza hecha con tumerico (una especie asiática) para desinfectar los cortes que puedan tener. Nuestros dos nagas, bajo sombrillas amarillas, encabezarán una procesión al son de música tailandesa, bailes y gritos de júbilo antes de entrar en la sala de ordenación donde se encuentra la figura dorada del buda. Ante quince monjes y el abad del templo, inician los cánticos de aceptación para ser monjes novicios. Una vez que el abad acepte la petición, ya no son nagas y se visten con los ropajes color de azafrán pasando a ser Bhikkhus, dado que la verdadera ordenación empieza aquí al recibir los 10 preceptos budistas.

Tras una serie de preguntas como ¿padeces tuberculosis ¿eres epiléptico ¿eres humano , los dos novicios aceptan además seguir las 227 reglas del monasterio (mantener la castidad, no tomar alcohol o drogas, no matar ni mentir, etcétera) y ya están listos para pasar los tres meses como monjes. Sólo poseerán tres mudas de túnica, un cuenco grande para recoger las ofrendas de comida en sus salidas diarias y algunos enseres para su higiene personal. Nicha me aseguró luego que es mucho más duro ir al gimnasio que la vida de un monje. Ven y Nicha seguirán la disciplina monacal de meditación y estudio de la doctrina de Buda. Madrugarán a las cuatro de la mañana para rezar y hacia las seis salen a la calle a recibir las ofrendas de comida. Comerán dos veces al día, la primera el desayuno a las ocho y la segunda entre las once y doce del mediodía. Durante el resto del día, podrán beber infusiones, refrescos y agua. El día en el templo se completa con tareas de limpieza, estudio de las escrituras budistas, meditación y rezos. Se acostarán bien temprano hacia las nueve de la noche. Ven y Nicha, os deseo una feliz y provechosa estancia como monjes budistas y ya me contaréis la experiencia que seguro es muy espiritual y saldréis mejores personas para afrontar la complicada y nada agradable vida civil.