Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La ovación final

Fue la ovación final... O quizás el punto y seguido. Sanitarios, cuerpos de seguridad, profesionales de la limpieza y un gran puñado de virtuosos trabajadores de oficios al servicio de la sociedad recibieron ayer el último aplauso, sostenido durante minutos, eso sí, en agradecimiento por su labor no sólo impagable, sino seguramente insuficientemente reconocida salarialmente, lamentablemente fatigosa por la carencia de materiales. Coincidió, paradojas malignas, con el anuncio de que el gobierno exigirá a toda la población el uso de mascarillas en todos los lugares públicos. Será casi setenta días después de iniciado el estado de alarma, de ser recluidos todos los ciudadanos, de sufrir el miedo y una cierta depresión patria, mientras los ayer palmeados apenas tenían las herramientas de protección que exige la ley en las empresas y que dicta el sentido común cuando anda pululando por ahí un virus cuya letalidad y contagiosidad han resultado desbordantes para todo el mundo, comenzando por esa institución terriblemente ineficaz que es la Organización Mundial de la Salud. Dios nos pille confesados como dependamos de conocimiento científico y del sentido común de los burócratas del organismo internacional.

Es punto y seguido porque los profesionales de la Sanidad, de la seguridad, de la higiene y de la protección continúan desempeñando su labor contra este patógeno, todavía con reivindicaciones como las pruebas que aún no han llegado (nueve semanas después,) y con la misma falta de certezas que en el origen de uno de los periodos más tristes de cuantos hayamos padecido. Tienen el aliento y la admiración de la ciudadanía, que debe mantenerse vigilante para que la escasez de medios sea un horrible recuerdo de la irresponsabilidad inaceptable.