Opinión
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  • PASCUAL ASCASO

Cuestión de justicia

La pandemia del coronavirus nos ha traído grandes males, pero también ha sacado a la luz muchas de las carencias que tenemos y que hay que subsanar con urgencia por si vuelve la covid-19 u otro desconocido a hacernos la pascua. Una de esas causas por la que nos ha costado tantas muertes y que es a la que hoy me refiero, no es otra que las carencias que las residencias de mayores tienen y el mal funcionamiento de muchas de ellas. Nos ha puesto de manifiesto el maldito virus que no cumplen con los requisitos necesarios y precisos, para que los que allí moran en los últimos años de su existencia estén protegidos y en perfectas condiciones en todos los aspectos.

Esto es exigible tanto para las residencias públicas, que también tienen sus carencias, como para las privadas, donde en muchas de éstas esa falta de medios es alarmante, mientras que es precisamente a las privadas a donde tienen que ir la mayoría de residentes, porque a las primeras, las públicas, no lo pueden hacer por la escasez abrumadora de plazas.

Hay que aspirar a una asistencia geriátrica de calidad y pública, pero de esto se desentienden los gobiernos de turno, apostando, lamentablemente, más por la privatización y semiprivatización que por la creación de plazas públicas. Así que lo único que podemos hacer es exigir que las segundas, es decir las privadas, estén controladas e inspeccionadas por el gobierno para evitar los desastres que a veces se dan en ellas. Hemos visto casos por la televisión que lo manifiestan y que ponen los pelos de punta. Las normas a cumplir por éstas deben ser las mismas, desde todos los puntos de vista que las que se dan en las públicas y hay que evitar el mercantilismo para hacer negocio en detrimento del servicio.

No se puede consentir en ningún caso que el trato dado a los residentes sea incorrecto ni humillante, como a veces sucede, ni a los que se les pueda imponer el ver, oír y callar. Mientras que la administración no se preocupe de poner todo esto en orden para que no suceda, no funcionarán bien estas residencias y lo pagarán justos por pecadores.

Esperemos que el recado que ha dejado el coronavirus encima del mantel de la mesa del gobierno, no lo deje éste guardado en el cajón de espera de la mesa o en el baúl de los recuerdos y rogando únicamente, con los brazos cruzados, que lo que ha ocurrido no vuelva a suceder.

Es responsabilidad del Gobierno que "todas" las residencias de mayores estén perfectamente acondicionadas y preparadas para poder cuidar debidamente y como se merecen a las personas mayores y poder atenderles todas sus necesidades con esmero y mimo. Es lo que justamente hicieron ellos antes con los demás.