Opinión
Por
  • ANTONIO LASHERAS

Covid-19, vulnerabilidad, hambre y exclusion

En cuantas comunicaciones hemos utilizado las definiciones COVID-19, vulnerabilidad, hambre y exclusión.

La dureza de los momentos actuales, deja a muchas capas sociales en situaciones extremas y con poco margen de maniobra, pero poco margen no quiere decir que no se pueda hacer nada.

Yo nací en la post-guerra en el seno de una familia de cinco hijos, y por ser el último en nacer, conocí a mis queridos padres con una avanzada edad. Unos momentos durísimos también, pero con el agravante de no disponer de los medios de producción que disponemos en la actualidad, con una sanidad bajo mínimos y con una economía que cuando la comento con mis nietos son incapaces, ni de entenderla y mucho menos aceptarla.

Es muy importante ayudar al necesitado, al enfermo, al disminuido físico y a los ancianos.

Pero es inaceptable que el dinero se utilice para subsistir y no para producir. Seis millones de españoles en paro no tienen futuro alguno. Entre los años 1955 al 1965, en España se puso en marcha la repoblación forestal de los montes públicos, dando nueva imagen a zonas desérticas y mejoras medio-ambientales. Por las mismas fechas se crean 57 pueblos nuevos de colonización, desarrollando nuevos regadíos y nuevas producciones que hicieron crecer el P.I.B. Paralelamente crece también la industrialización, es de sentido común pensar que si las producciones crecen se necesita más industrias para transformarlas.

Las inercias, siempre han sido y serán las mismas, si trabajamos más, producimos más, si producimos más el P.I.B. crece y conseguimos más tesorería disponible. Y aun que sea una observación de Perogrullo, si ocupamos mucho tiempo en producir, nos queda menos tiempo para gastar.

En los pueblos descubrimos cada año, familias que crecen y otras decrecen. En las naciones pasa lo mismo.

¿Por qué será?