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Preguntas, fabulaciones y fiabilidades

Pedro Alonso, director del Programa Mundial de la Malaria de la Organización Mundial de la Salud, asegura en una entrevista concedida a El País que para gestionar una enfermedad infecciosa se precisan datos fiables, porque de lo contrario nos convertimos en un piloto aterrizando y con el altímetro estropeado. Realizar una auditoría real no es una opción, sino una obligación para responder a los seguros rebrotes y para explicar, por ejemplo, la alta tasa de mortalidad que ha sufrido España. El epidemiólogo es concluyente justo en el final del estado de alarma que ayer proclamó el presidente del gobierno, tras un centenar de días no sólo trágicos y dramáticos, sino además inciertos porque, a estas alturas, tenemos más preguntas que respuestas, las cifras oficiales no son sino fabulaciones (es una de las pocas certidumbres) y la fiabilidad es muy limitada. Siguen publicándose estudios sobre las maneras de la transmisión, sobre las posibilidades de conseguir una vacuna y sobre los medicamentos más eficaces, como ayer expresaba una información sobre la mayor eficacia de los corticosteroides en los casos más extremos, muy alejados de los tratamientos recomendados en los comienzos terribles de la pandemia.

Concluso este proceso con más evidencias negativas (las estadísticas, las carencias de material, la insuficiencia del sistema sanitario) que positivas (la abnegación y extrema sin límite de los profesionales, habría que centrar la acción y el discurso en la prevención, en el avance terapéutico, en la economía y en la transparencia, porque, al contrario de la afirmación de Bernard Marx en "Un mundo feliz" de Aldous Huxley, sesenta y dos mil cuatrocientas repeticiones no crean una verdad, ni la pretensión de decorar ésta altera la realidad. Gestión, previsión y sensibilidad.

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