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El círculo virtuoso en torno a los rescates

Cuando se desempeñan labores fatigosas y arriesgadas en territorios hostiles a la armonía, precisamente se necesita un desempeño más fluido para que el complejo equilibrio no se rompa por cualquier contingencia indeseada. En la montaña, las misiones de rescate de la Guardia Civil se despliegan con un oxímoron doble fundamental: la certeza de la incertidumbre, la seguridad del peligro. Ese círculo delicado de la colaboración entre sus agentes y otros actores especializados en el medio natural, como Protección Civil, los guardas de los refugios e incluso profesionales privados representa una de las explicaciones de la eficiencia que convierte a las unidades de la Benemérita en las más laureadas del mundo.

El desprendimiento de los responsables de los refugios al entregar los tres mil euros del premio Félix de Azara en material para la Guardia Civil fue reconocido en un acto en la Diputación Provincial en el que confluyeron instituciones como la propia corporación y la Federación Aragonesa de Montaña, los jefes del Cuerpo Armado y los guardas de las instalaciones montañeras. Una oportunidad para hacer pedagogía prácticamente por parte de todos, desde la puesta en valor por parte del presidente Gracia de la generosidad de los donantes hasta la manifestación de la necesidad de arropar a quienes "nos asisten y atienden", como abundó Manolo Bara. Y, en el hilo argumental de esta cooperación virtuosa, la sensibilización de la sociedad a través de los mensajes del jefe de las unidades, Santiago Gómez, para que la prevención y la información sean las herramientas imprescindibles para el disfrute seguro, que es la mejor manera de convertir la aventura en una experiencia satisfactoria de principio a fin. Detrás, sabemos que están estos profesionales, pero mejor es no probar su pericia.

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