Opinión
Por
  • LAURA ALINS RAMI

Eutanasia o cuidados paliativos

En el BOE del 31 de enero de 2020 se encuentra la Proposición de Ley Orgánica de regulación de la eutanasia, presentada por el Partido Socialista. Esta Ley introduce en nuestro ordenamiento jurídico un nuevo derecho individual. El derecho a producir la muerte de una persona enferma directa e intencionadamente a petición informada, expresa, de dicha persona. De acuerdo a la ley, en un mes se podría acabar con la vida del paciente. Asimismo, la norma explicita que no se dirige sólo a pacientes terminales, sino que pueden acogerse a ella quienes sufrieran una enfermedad crónica, incurable o de carácter invariable.

La eutanasia es otro eslabón dentro de una imperante cultura de la muerte, una nueva manifestación de intolerancia donde las víctimas son siempre los más débiles: los enfermos y ancianos. La eutanasia niega prestaciones asistenciales a quienes más las necesitan; sin duda es la salida más fácil, rápida y barata al "problema".

Que no nos engañen con el eufemismo, el disfraz, de muerte digna con que se la denomina; esta expresión no es sino una manipulación más para propiciar la aceptación social de esta práctica. ¿Cómo entender que se llame muerte digna a matar a una persona sufriente Una mentira enmascarada, justificada con palabras bonitas: libertad, derechos, compasión, tolerancia,... y sangre. La compasión no es sentir lástima, sino sentirse movido a proporcionar alivio y bienestar al moribundo.

La eutanasia establece que alguien decida sobre si una vida tiene o no sentido, sobre si alguien tiene o no derecho a vivir, un totalitarismo opuesto a una muerte digna. Tal práctica conllevaría, además, graves consecuencias familiares, sociales, médicas, éticas y políticas y modificaría las relaciones familiares, entre las generaciones y entre los pacientes y los profesionales de la medicina.

Cualquier persona, por el hecho de serlo posee una dignidad intrínseca y absoluta; dignidad que no depende de su estado de salud (ni siquiera antes de nacer), ni de sus sufrimientos físicos o síquicos, y que conserva aún en las puertas de su muerte. Morir de acuerdo a esta dignidad significa "habilitar ese tránsito respetando los principios y valores inherentes a la persona", su libertad y su autonomía (Virginia Ruiz, radioncóloga, de su blog Un rayo de Esperanza). A estos valores esenciales se opone la eutanasia, el suicidio asistido, el enseñamiento o encarnizamiento terapéutico, mientras que los protegen los cuidados paliativos.

Los sanitarios entienden que están para curar, se deben a la vida. La ética médica opta por la vida y la sanación, y no puede permitir que se otorgue al médico el poder de gestionar la muerte de una persona, aunque ésta se lo pidiera. Esto supondría una gravísima crisis en la historia de la medicina. La deontología de la profesión no contempla acabar deliberadamente con la vida, sino con el sufrimiento del paciente.

Además de estas consideraciones, conviene reflexionar sobre la deriva y los abusos que se producen en los países en los que está vigente la eutanasia. Al respecto tomamos literal esta cita (Alfonso Aguiló, ¿Es razonable ser creyente , p.376): Siguiendo el ejemplo de Holanda de los últimos años, el hecho es que, a pesar del sistema de garantías formales establecido por las autoridades, junto a una media de unos 2.300 casos anuales en los que se ha aplicado la eutanasia activa y a otros 400 de suicidio acompañado, se sabe que más de 1.000 personas han recibido anualmente la inyección letal sin su consentimiento (los datos son del famoso informe Remmelink, encargado por el propio fiscal general holandés; se trataba de enfermos en coma, minusválidos psíquicos, recién nacidos con taras y enfermos seniles. La eutanasia transmite el cruel e inhumano mensaje de la inutilidad de una vida, de la pérdida de su valor personal, económico, social y, por consiguiente, de la necesidad de dejar de vivir y de ser una carga para la familia y la sociedad. Esta indefensión ha originado en Holanda una oleada de miedo entre los individuos más vulnerables; muchos ancianos holandeses emigran o se niegan a ingresar en los hospitales de su país.

¿Esto es lo que queremos para nuestro país España debería contar, al menos, con una alternativa a esta ley de regulación de la eutanasia. Los cuidados paliativos no están regulados por ley en nuestro país. Es prioritario garantizar en España una red de cuidados paliativos especializados. Son muchos los profesionales que cuentan que los pacientes graves o terminales si se sienten queridos, acompañados, comprendidos, consolados, y se consigue acabar con sus dolores, es decir cuando reciben unos cuidados paliativos adecuados, dejan de pedir explícitamente que se acabe con su vida.

Esta modalidad asistencial supone una combinación amorosa y compasiva de cuidados físicos, sicológicos, espirituales y sociales; acompañamiento, medios médicos y farmacológicos y asistencia espiritual; su finalidad es el bienestar físico y sicólogico de las personas incurables y su familia. En ellos intervienen diversos profesionales cualificados, como médicos, enfermeros, sicólogos, trabajadores sociales y asistentes espirituales.

En febrero de 2020, en un programa de televisión se hizo una entrevista a Don Marcos Gómez Sancho, expresidente de la Sociedad española de Cuidados Paliativos, médico, dedicado durante casi 30 años a los cuidados paliativos y durante los que ha atendido a 25.000 enfermos terminales en un centro especializado en estos cuidados. Anoto, a continuación, algunas de sus declaraciones: ---Cuando los pacientes llegan al centro muchos dicen que se quieren morir. Después de contener sus dolores ya no lo piden. Hoy día hay muchos recursos para acabar con el sufrimiento. La demanda de eutanasia persistente es anecdótica en el entorno de los cuidados paliativos. De estos 25.000 pacientes, una vez tratados con cuidados paliativos, sólo ha habido 3 ó 4 demandas de eutanasia. En sus casi 30 años de ejercicio, y con esta atención, al doctor Gómez Sancho sólo le ha pedido la eutanasia un paciente.

---En España hay 120.000 personas que cada año necesitan cuidados paliativos especializados; y los reciben menos de la mitad. Nuestro gobierno no tiene interés ni invierte en esta especialidad médica. Según el periódico The Economist, España ocupa en el mundo el lugar 23 y en Europa el 14 en cuidados paliativos; sólo estamos por delante de Grecia Polonia, Portugal y Lituania; una posición escandalosa.

---En 2012 una portavoz del Ministerio de Sanidad holandés, manifestó que la ley holandesa de eutanasia de 2002 no había cambiado, pero sí el criterio de los médicos para aplicarla. Y es que a lo largo de los años, la norma se flexibiliza, se aceptan otros casos no contemplados en la ley, y ésta cae en un mal uso.

Cultura de la vida, o cultura del descarte; eutanasia o cuidados paliativos. Es interesante estudiarlo y, en la medida en que cada uno podamos, hagamos valer nuestros derechos.