Opinión
Por
  • Diario del Altoaragón

Y, como resultado, la excelencia

En esta estela ascendente, nos vemos obligados, como sucediera con el fascinante y ya añorado Carlos Ruiz Zafón, a ampliar los tres editoriales hacia una tetralogía. Es la consecuencia natural de una cadena de acontecimientos propulsada por la comunión de la Sociedad Deportiva Huesca con las gentes de su tierra, que en su fluidez ha disparado una velocidad de conquistas dignas de la fascinante historia que erige el Alto Aragón al origen de todo cuanto de bueno hemos disfrutado en este país. Ayer, los azulgranas sellaron, con la auditoría externa de la admiración de la España futbolística, el certificado de excelencia que, presumimos, nunca le va a abandonar. Lo va a renovar continuamente, porque el proyecto es tan sólido como la determinación de todos de no abandonarnos a la autocomplacencia y la pereza.

El campeonato del Huesca, la máxima de sus cosechas en el alimento del espíritu que nos está reforzando, es el resultado de sus hábitos, que son los que guían a la excelencia moral como sentenció Aristóteles. El sabio esgrimía que nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados realizando actos de templanza; y valientes realizando actos de valentía. Esta trinidad ilustra la identidad de la Sociedad Deportiva Huesca y alumbra su trayectoria, con el faro de la dignidad indeleble, la integridad y el respeto. Ayer, salió del Molinón como entró: lo hizo en lo más alto portando el brazalete de la leyenda que fue Quini y posteriormente subiendo al cielo la copa de campeón de la Segunda División. Los excelentes son educados porque se forman permanentemente, observadores porque así abrazan la calidad, bondadosos porque dar otorga más felicidad que recibir, entregados a sus semejantes, audaces y seguros de que, al final, la vida les entrega el trofeo de la trascendencia. Y el Huesca trasciende.

Diario del AltoAragón