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  • Diario del Altoaragón

El varapalo que enseña e insinúa la EPA

En las políticas de comunicación institucionales, existe la costumbre de dilatar la muestra de la realidad, como si demorar su reconocimiento fuera a favorecer cualquier solución. Los ciudadanos son conscientes de la gravedad de las consecuencias de la pandemia, e incluso demandan no sólo una reconstrucción social y económica, sino también sanitaria porque es la que generará la confianza sobre la que se podrán alzar las recuperaciones en la riqueza y el empleo, esto es, en el progreso de nuestras comunidades. La Encuesta de Población Activa elevó el listón de desempleados hasta la cifra de 11.500 en la provincia de Huesca, un 10,78 % que, teniendo en cuenta que nuestro territorio tiene un importante peso tanto de la función pública como de una población envejecida, es un porcentaje realmente inquietante.

Los gobiernos deben ejercer la honradez intelectual y la coherencia para afrontar las repercusiones de una situación impredecible, que se ha gestionado en lo asistencial con desiguales resultados, pero que sobre todo exige exponer todos los recursos, los talentos y los esfuerzos para combatir la lacra que se avecina en términos de paro y de sufrimiento de las empresas. A estas alturas, y pese a algunos cantos de sirena excesivamente optimistas desde instancias gubernamentales, constituye una incógnita aventurar cuál va a ser el destino de tantas compañías que atraviesan la situación de ERTE, como sucede con sectores específicos como el turístico y el hostelero, una de las fortalezas de nuestro país, azotados por los rebrotes y también por la errática emisión de mensajes desde las instancias oficiales. Hay que reforzar el diálogo social y económico, aprovechar los recursos provenientes de Europa y concebir estratégicamente una misión hoy vital: la de proteger nuestra actividad.

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