Opinión
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  • DIARIO DEL ALTOARAGÓN

La diócesis como expresión de la voluntad del pueblo

El Nuncio Apostólico en España, monseñor Bernardito Auza, visitó ayer Monzón para conmemorar el vigesimoquinto aniversario de la elevación de la Iglesia de Santa María del Romeral a rango de Concatedral, consecuencia directa del Decreto "Ilerdensis Barbastrensis de Finium Mutatione" de la Santa Sede que unió las comunidades cristianas de Aragón que pertenecían a la Diócesis de Lérida a las de Barbastro para erigir la nueva denominación de Barbastro-Monzón. Un efecto subsiguiente fue el decreto por el que se llevaba a término la división de los bienes artísticos entre las diócesis de Lérida y Barbastro-Monzón siguiendo los criterios canónicos universales para ajustarlos a los límites jurisdiccionales de la Iglesia. Documento, este último, que permanece en vigor desde septiembre de 2005.

Sin embargo, la celebración de ayer en el templo montisonense no obedecía sino al alborozo que, un cuarto de siglo después, produce entre los aragoneses y particularmente los feligreses de la delimitación de Barbastro-Monzón la consecución de aquel hito que venía a poner fin a una situación que el obispo Echeberría y buena parte del clero de la diócesis consideraban anacrónica. El prelado actual, monseñor Ángel Pérez, expresó ayer con precisión absoluta el origen del logro de hace veinticinco años: el deseo del pueblo de adecuar la circunscripción administrativa de la iglesia y la civil. Esto es, fue el reflejo de la manifestación de la voluntad de los ciudadanos de reconducir los designios de las 111 parroquias para formar parte de una unidad concebida para crecer y nunca para confrontar, por más que el litigio resulte enojoso por la complejidad de materializar los designios vaticanos y los civiles para que los bienes acompañen a sus iglesias. Espíritu que tantos años después prevalece por dignidad y razón.