Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Anti y pro sistema

Anti y pro sistema
Anti y pro sistema
EFE

El autoengaño y la autocomplacencia son los padres del fracaso, y los testigos de ese bautizo son la irreflexividad y la pereza. Sonriente, tras haber hecho presa con sus diabólicos tentáculos, la incoherencia. Escuchaba en una conferencia a Marcos de Quinto romper los esquemas asegurando que los éxitos pueden súbitamente convertirse en antesala de los males si, en lugar de analizar las circunstancias en las que se han forjado, nos limitamos a celebrarlos.

Me inquietan los antisistema, y no ya porque estén aposentados en una parte del Consejo de Ministros, sino por las consecuencias de sus atolondradas acciones cuando miran al sillón mullido y se prometen cuadrar el círculo para hacer posible lo incompatible.

Pero también preocupan los pro-sistema. Aquellos que, decenas de miles de muertos después, siguen proclamando que el sanitario es magnífico cuando los magníficos son los profesionales. Esta sinécdoque es tan destructiva que, en la falta de análisis y rigor, conduce a la inacción y así, en noviembre, estamos con menos recursos que en abril, lo que nos pone en el vestíbulo de la catástrofe.

En sentido idéntico ocurre en otros espacios sustantivos del sistema, léase el educativo, donde confundimos la pulcritud de los docentes, de los padres y los niños con algún atisbo de planificación ejemplar, con el agravante de que su imperfección imperecedera está salvaguardada por la aludida autocomplacencia.

Y el tercero es el autonómico, sobre el que, al contrario que sobre la monarquía, los pros no admiten debate, so pena de tildar al bienintencionado apuntador de todos los improperios. Pues ni pros, ni antis.