Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Servir es su alegría

Servir es su alegría
Servir es su alegría
R.G.

Impelido por mi conciencia, acudí a la manifestación. Seguir los dictados de la coherencia puede reportar incomodidad, pero es que la zona de confort no deja de ser una madriguera para los seres oscuros.

Bajo una pertinaz lluvia antiaerosoles, con un civismo extraordinario, la marcha sucedió a los discursos. Fue una proclamación de un derecho constitucional, "queremos trabajar", y un lazo con la sociedad. Tanto, que emocionaba ver a María Jesús Sanvicente aplaudiendo en La Confianza de que todo irá bien, y profesionales del comercio que se asomaron con una sonrisa, una ovación y una esperanza.

No, los hosteleros no saben protestar aunque no les falte carácter. Corean lo justo y sin sincronía y, de no ser por el gentío que, con distancia de seguridad, recorrió el mapa hasta entregar la llave simbólica de sus negocios al gobierno (Cervantes dando fe en su plaza), todo hubiera sido muy discreto.

Conozco a muchos de ellos. La felicidad de sus amigos (clientes) es la suya propia. Nos reciben con una sonrisa. Solícitos, nos reconfortan con un café. Nos sorprenden con sus tapas y sus platos. Nos aconsejan el mejor vino o la cerveza más novedosa. Nos dan calor y, si nos hace falta, conversación. Buenos psicólogos, nos alientan si nos ven decaídos. Y, humildemente, se retiran cuando les devolvemos la cortesía y el agasajo. Seres empáticos y observadores que sólo desean perpetuar su misión.

Yo no renuncio a una manera de vivir, a un modelo de confianza, de calidez y de calidad humana. Genuinamente español. Decía Tagore que mientras dormía soñaba que la vida era alegría. Y despertó y vio que la vida no era más que servir... Y servir era alegría. Éste mío es el abrazo de un servidor, a la sazón admirador.