Opinión
Por
  • RAQUEL BROTO

Primero fueron los adoquines

Yo iba bien calzada, sobre tacón ancho, cuando se inició la escalada de los adoquines de cantera de la plaza de San Pedro el Viejo. Tenía 16 años.

Luego vino que si los coches en el Coso molestaban, dicho, además, por los mismos que "se hacían un Coso" a cualquier hora de la mañana. ¿Consecuencias Cuando yo una vez entré de Zaragoza, por el camino más corto- el Coso, y antes Porches- un exaltado invisible con mucha pluma se espantó. Bajé la ventanilla, era conocido. Le expliqué que para llegar al CPS el camino más corto era un lodazal y no me daba tiempo a limpiar el coche. ¿Y la música Qué sabrá el que no ha conducido nunca de vuelta a las 10 de la noche. Ni a ninguna hora.

Aun así, hice arrepentimiento, y me prometí que no conduciría más. Me iba a sacar una plaza fija en Cataluña.

A los tres años, ya sin Talgos, sin coche en Tardienta, yo también estaba cansada del autobús y reclamaba una zona peatonal para llegar a la estación. Así que lo peatonalizaron todo. Con ello llegó la hostelería extensa, las juergas de copas y mañanas, al exterior, luego prohibieron fumar, y hasta se sumó alguna agrupación municipal. Con megafonía.

Total, que la alcaldesa que prometía vía libre a "los inválidos", les dejó 9 meses sin Coso, ni autobús, ni taxis, ni coches particulares. Aún a día de hoy se ven cojos jóvenes, llamémoslo así.

Y ahora ha llegado esto de las mascarillas. Con tal de que les dejaran salir del país, un poco subvencionados, serían unas vacaciones éstas excelentes para los hosteleros. Miren, yo estoy harta de las farsas, de los dimes y diretes, de la manipulación numérica. Les daré un solo dato; de mayo a julio no llevamos mascarillas y redujimos los contagios casi a cero. Venga ya.