Opinión
Por
  • VICENTE FRANCO GIL

Granjas de adoctrinamiento

El artículo 27.1 de la Constitución española dice que "todos tienen el derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza". En el artículo 27.3 "los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones". Con aplicar correctamente en el ámbito educativo estos preceptos, sería suficiente para que no hubiera despropósitos, presuntas irregularidades y vulneración normativa en la política gubernamental vigente.

La ministra Celaá, con el apoyo de su partido y el de sus socios de gobierno, pretende aprobar una ley educativa en la solo garantiza el puesto escolar en la enseñanza pública, como semillero ideológico, dejando sin cobertura la concertada e ignorando el cheque escolar.

Es una forma drástica y arbitraria de arrogarse, desde su poder ministerial, la quiebra de la libertad de enseñanza y la escisión de los derechos y libertades fundamentales. Quizá, a tenor de su ideario, la ministra pretenda perspicazmente arrebatar a los padres la responsabilidad y las obligaciones que, irrenunciablemente, les corresponden respecto a sus hijos, pues ella opinó que "de ninguna manera los hijos pertenecen a los padres". Con ello se fractura la demanda social, se hunde a la enseñanza privada y de paso la educación religiosa es abatida.

De salir adelante la referida ley, muchas familias serán privadas del mencionado derecho constitucional, diversos centros de la concertada y la privada verán en peligro la continuidad de sus proyectos, y numerosos profesionales docentes podrán perder sus puestos de trabajo. Con todo, la señora ministra envió a sus hijas a un colegio de gran prestigio, el Bienaventurada Virgen María-irlandesas en Lejona (Bilbao), privado, católico y de educación diferenciada, sosteniendo con ello la doble vara de medir a la que nos tienen acostumbrados.

Al parecer la señora Celaá no predica con el ejemplo, cosa que no nos sorprende a la luz del corte totalitario que el gobierno de coalición está imponiendo en nuestra nación. Por favor, no caigamos en el error de alimentar, cada cuatro años, estas ideologías sectarias en las urnas, nocivas y peligrosas.