Opinión
Por
  • Diario del Altoaragón

Las apreturas de la atención primaria

Durante la primera oleada de la pandemia, algunas instituciones en nuestro país invitaron a los médicos jubilados o en proceso de tal tránsito a incorporarse a las emergentes tareas asistenciales -siendo personas de riesgo por edad- en medio de un auténtico descalabro que desbordaba todas las posibilidades de los profesionales. En aquella coyuntura, los gobiernos aseguraron que, tan pronto como tomaran aire y pudieran adoptar las medidas pertinentes, se procedería a la incorporación de médicos y enfermeras para evitar que nuevas circunstancias críticas tuvieran las terribles consecuencias desde el punto de vista de la vida, de la salud e incluso del desempeño de los oficios sanitarios, tan admirables y tan aplaudidos como merecían.

Organizaciones y colectivos de estos profesionales, en aquel momento, agradecieron las ovaciones desde los balones pero, sobre todo, reclamaron a la sociedad presión a las administraciones para que las buenas voluntades expresadas en una auténtica carrera de cifras entre ejecutivos de distintos colores -la verdad es que sería risible la guerra de promesas si no fuera porque hace muchos meses que la realidad pasó de ser dramática a ser trágica por miles de víctimas- se convirtiera en un real incremento de las plantillas de todos los estamentos. Ya entonces saltó el desasosiego de la Atención Primaria, una línea de vanguardia y de inteligencia que, sin embargo, ha sido tratada como si fuera una retaguardia que todo lo soporta. A la falta de visibilidad de su papel por la propia discreción de sus oficiantes, se suma una cierta invisibilidad absolutamente injusta. De ahí que, en un tiempo en el que las curvas se disparan, su grito ya es ensordecedor porque las expectativas derivadas de los anuncios se han incumplido y el frente es mayor.

Diario del AltoAragón