Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Milagros de Lourdes

Milagros de Lourdes
Milagros de Lourdes
S.E.

Asumo el riesgo de que, por su profunda religiosidad, Lourdes me suelte esta mañana una severa reprimenda. No es -o sí- de buen gusto banalizar sobre aspecto tan profundo como la aparición de la Virgen a la pastora Bernadette Soubirous. Pero es de justicia, y Dios lo entiende o habré de confesarme, elevar a los altares de nuestra pequeña comunidad los pequeños milagros -microscópicos si es el caso, como esgrime el libro de Juan Jacinto Muñoz- que mejoran la vida del prójimo en este valle de lágrimas.

Lourdes, a la que entrevistó magistralmente Mercedes Manterola ayer, ha alcanzado la cima de la dimensión humana con la forma de ser que nos fascina a quienes la conocemos. Es un modelo, un ejemplo, un espejo.

Obró el pequeño gran milagro del perdón a quien tanto daño hizo a su familia. Ya en edad de júbilo, huyó de la aversión al riesgo para emprender por el servicio a los demás, y alumbró con luz de verdad su Kid"s Garden, el bilingüismo como herramienta para ilustrar en su torre de babel ordenada los valores del humanismo y de la cultura cristiana a niños dotados para la reflexión y la cooperación.

Lourdes, en sus entornos (familiar, laboral, su Foro), predica alto en voz baja. Y practica firme con generosidad y empatía. Propagandista de la educación, fe profunda en Dios y en el género humano, quizás sea el único ser sobre el planeta inaccesible a la negatividad de los 50.000 pensamientos que nos rondan al día (Florencia Andrés en "Renuévate con confianza total"). Al contrario, como apologista del amor, aplaude sin cesar, anima y acaricia con su palabra y su sonrisa a todos. Una inyección de vida diaria. El pequeño milagro de una gran mujer.