Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

La emoción universal

La emoción universal
La emoción universal
PYRHEQUAL

En la Fisiología del Gusto, considerado el primer tratado de gastronomía allá por 1825, Jean Anthelme Brillat Savarin categorizaba en su manifestación de que lo que distingue al hombre inteligente de los animales es el modo de comer. Es la diferencia entre engullir y disfrutar los alimentos y sus elaboraciones. El problema es cuando, por problemas de deglución, el placer, que es núcleo intrínsecamente indisoluble del hecho gastronómico, encuentra barreras. Derribarlas es la contribución impagable y pionera de Cadis y Adapei dentro del programa europeo Pyrhequal para que las personas con dificultades para tragar adecuadamente se nutran sin renuncias a las sensaciones inconfundibles de los productos y las recetas más seductoras.

La presentación ayer de "Comer diferente, comer bien: recetas seguras para chuparse los dedos", con texturizados si acaso milagrosos y pioneros, tuvo una elevada carga de emotividad. Después de las intervenciones institucionales, conforme Ana Cortés, responsable de explicar el proyecto, fue dando paso a las imágenes, los testimonios, las explicaciones científicas y el virtuosismo de la coralidad, creció incesantemente la temperatura sentimental. Y el clímax sobrevino con las expresiones de los usuarios con discapacidad, de los ciudadanos con dependencia que proferían proclamas entusiásticas sobre sus gustos.

Es un acto de justicia, incluso poética, que quienes parecían expuestos a la cadena perpetua de una nutrición insípida, puedan ya deleitarse bajo el extraordinario repóquer de condiciones que se ha exigido a sí mismo el programa: alimentos seguros, eficaces, nutritivos, con cualidades organolépticas para el placer y presentaciones atractivas. Gloria bendita.