Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La línea de Canfranc, paso a paso

El Consejero de Vertebración del Territorio, José Luis Soro, presentó el acuerdo para unificar criterios técnicos para la interoperabilidad de las actividades tras el proyecto de rehabilitación de la línea Pau-Canfranc-Zaragoza, un paso importante porque pone sobre raíles las bases de las características concretas de la futura conexión y, además, fija una nueva fecha para la entrada en funcionamiento: 2025. La electrificación de todo el trazado todavía tardaría quince años más. La voluntad irreductible del titular del departamento gubernamental aragonés ha alineado a los ministerios de los dos países, a las regiones, a los operadores, las plataformas logísticas y la Fundación Transpirenaica. Hacer confluir los esfuerzos de todas estas instituciones debe ser una garantía de dinamización de los trabajos después de años en los que los estudios avanzaban fatigosamente en medio de una cierta desidia en las administraciones de ambos lados de la frontera. Justo es reconocer que la francesa ha tomado la iniciativa en los últimos años y, a su vez, ha sido un aliciente para que los promotores de la recuperación de la infraestructura (Crefco y Creloc han sido un paradigma de resistencia frente a los vientos de cara y argumentos negacionistas de su trascendencia) no hayan cedido un ápice en su empuje. Todos debemos instalarnos definitivamente en el concepto de que, más allá de una cuestión de identidad -que lo es-, hay factores racionales que indican que una obra relativamente abarcable sin grandes desembolsos es necesaria y tendrá retornos para el territorio con indicadores de prosperidad y comunicación.

El avance simultáneo y decidido de la Estación Internacional de Canfranc es un símbolo de la determinación a la que Aragón y Aquitania no pueden renunciar, porque en su ADN está permeabilizar el Pirineo.