Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Olor a café y humanismo

Olor a café y humanismo
Olor a café y humanismo
R.G.

Año 1986. Aquel tipo nos intrigaba. En Las Brasas, en el Perpetuo Socorro, comiendo de formidable etiqueta, traje impoluto, corbata de seda italiana. Alfredo Goñi, Santiago Benito y yo pronto supimos que era hijo del concejal -un fabuloso señor- Jesús Benito (soportaba las peroratas de Fidel a golpe de habano). En el barrio, ayuno de oficinas, escaso en bancos, no se estilaban esas indumentarias.

Con los años, dio el salto de los estancos al "vending" con su VAT, y se erigió en referente innovador: una persona coherente que, para crear atmósferas laborales envidiables, la establecía en su empresa con espacios de relax, el café inductor de la energía y del ingenio, y los juegos (sin llamar gamificación ni tonterías). Aplicaba ya CRM y ERP, su observación es el infinita efecto de la curiosidad y del estudio.

No se estilaba el término friki, pero Raúl lo era. Con corazón, una personalidad felizmente extraña y natural. La personificación de la máxima darwinista de que no sobreviven los fuertes, sino los que más se adaptan.

De aquel tipo, se ha desprendido -salvo si es preciso- la corbata, y es que cada día se remanga de par de mañana (despierto por el arsenal de campanas de la Huesca que suena) para emplear su talante liberal en alumbrar ideas sin freno alguno. Para sí, para su enseña, para el Foro o multitud de causas. Muchas nueces, poco ruido.

Anteayer, una tuitera, Esther, le agradeció el detalle del regalo por haber sido "friki-candidata" al puesto de director de márquetin en Eboca... aunque no llegó a la meta. Otros cuarenta más recibieron semejante presente. Hasta 700 fueron aspirantes. El orgullo de pertenencia es concebir un lugar con apariencia de distopía como el más deseable para prestar tu servicio. Con olor a café y a humanismo.