Opinión
Por
  • VALENTÍN ABELENDA CARRILLO

Llega la Navidad

Un año más vamos a celebrar la Navidad.

Podemos limitarnos a mantener y cumplir con unas fiestas más, o tratar de apropiarnos la misma experiencia de búsqueda que vivieron los pastores de Belén. "Y los pastores se decían unos a otros: vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado. Y fueron a toda prisa..." Tal vez no sea suficiente limitarse a la fiesta habitual.

Esta Navidad estamos nuevamente invitados a ir a toda prisa a intentar adentrarnos en la oscuridad de aquella gruta donde el Señor se manifiesta y atrevernos allí a encontrar, en medio de las más variadas ofertas de Navidad; sorprendidos por la abundancia del "hipermercado" en que se han convertido estos días, también es deseable poder oír otra oferta más radical, más arriesgada y perdurable.

Envueltos entre tantas luces multicolores, entre tantos variopintos escaparates que nos llaman la atención y subyugados por mil melodías diversas, es una verdadera odisea encontrar la Navidad… Pero el Señor llegará puntualmente.

¿Seremos capaces de encontrarlo Francisco Farré Bellosta El miedo a la inseguridad está Nunca he sido proclive a la violencia, pero reconozco que apenas me molestan las manifestaciones públicas de protesta en diversos lugares de Europa contra medidas improvisadas y arbitrarias de las autoridades públicas contra el coronavirus. Pero siento que al final paguen el pato los más débiles: los pequeños comercios cerrados en las ciudades.

El miedo a la inseguridad está en el origen de la absolutización de la soberanía estatal en la edad moderna, un mal que parece crecer en nuestros días. La paradoja es que la cesión de libertad a cambio de seguridad no opera necesariamente a favor de la salud pública, sino del crecimiento de la pasividad ciudadana, una dolencia tal vez peor que la provocada por virus letales. Se comprende que algunos vean detrás de los desórdenes públicos a los mismos que desprecian a jueces, parlamentos y principios jurídicos, con o sin desconocidos o inexistentes expertos: las normas restrictivas de la libertad se interpretan también restrictivamente.

Por lo que leo -gran libertad en tiempo de confinamientos-, crece el proteccionismo estatal en buena parte del mundo hasta ahora libre, aunque no se hable apenas de un "neokeynesismo": sería tan irreal como ese comodín maniqueo llamado neoliberalismo. Porque los gobiernos apenas han tomado iniciativas profundas de saneamiento y reconstrucción; más bien son proclives a concatenar prohibiciones, que conducen a la "mendicidad del ciudadano" -sin excluir, claro, al empresario autónomo sin especiales reservas ni a las grandes compañías que tanto deben al proteccionismo.