Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

SOS y los icebergs

SOS y los icebergs
SOS y los icebergs
D.A.

El SOS más cinematográfico y hasta novelado de la historia es el que emite Jack Philips, alentado por el capitán Edward John Smith, para que alguien acudiera al auxilio del Titanic. El monosílabo sustituyó al CQD (Come Quickly, Distress: Vengan pronto, problemas) en los códigos de alerta, y las interpretaciones son variadas: "Save our souls" o "Save our ships", salve nuestras almas o nuestros barcos, incluso "Send out succour" (envíen socorro). La realidad, en tan angustiosas circunstancias, era más sencilla: SOS se transmitía en morse de manera muy sencilla y ágil, y más allá de la semántica se priorizaba la velocidad. Se jugaban el pescuezo.

Estamos en época de SOS. Transversal, multisectorial, muy extendido. Un iceberg, llamado covid, ha activado la señal de alarma con la hostelería. Ahora, sucede con la nieve. Dos actividades que tanto afectan a nuestro territorio. Sin embargo, el bastión de hielo flotante sólo muestra una octava parte de su total realidad, como escribió Ernest Hemingway en Muerte en la Tarde, en la que expuso su teoría del iceberg por la que el buen prosista no necesita usar recursos explícitos porque los silencios, si el relato contiene verdad y contexto, deja un rastro de sensaciones más sólidas que las imágenes.

Es probable que los profesionales de la nieve o de la hostelería -o del comercio, o de la industria,...- no estén maldiciendo al virus porque, siendo el octavo de la superficie el que se vislumbra, ha evidenciado que las otras siete partes del iceberg, que dependen de la condición humana y de la voluntad de los gobernantes, relatan con clarividencia la escasez de respuestas y la nulidad de empatía. El barco se hunde. SOS.