Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Centrípetos, centrífugos

Hace prácticamente treinta años desde que Felipe González aseguró que, en materia de aguas, no podíamos sentarnos cada uno encima de nuestro botijo. Fue una expresión controvertida, pero la metáfora sirve para entender la mentalidad de las ciudades y pueblos centrípetos y de los centrífugos. Los primeros, aldeanos, cortoplacistas, miopes y hasta con presbicia, porque quien no sabe mirar fuera va acortando la visión hasta no entender lo de dentro. Cuando hablamos de boicots, ¿se imaginan que nos tuviéramos que beber los de Barbastro toda la producción del Somontano, los de Monegros comer todos los corderos y los de Binéfar su carne vacuna o porcina?

Romper las barreras de la autarquía exige una reflexión y una acción. Siempre hay alguna querencia a crear una "aldea gala" en la que todo cuanto se generase quede en el interior, con el riesgo de que, claro, desde el exterior nadie desee consumir nada en aplicación de esa coherencia. En la Primavera Extremeña de Julio Llamazares, su último libro, hay personajes con boina de rosca en chapa por el efecto centrípeto-sanitario de la pandemia. Pero al fin salen decididos a romper la nefasta tendencia.

Me encanta la gente audaz a la que he echado una mano en la Revista Barbastro Ciudad Abierta, editada por la Asociación de Empresarios Somontano de Barbastro. Lo dije en la presentación: me siento barbastrense, como me identifico con todo el Alto Aragón. No nací aquí, pero fue mi elección. Y exclamo que "olé su valor" por proyectar la ciudad mucho más allá de sus predios, para beneficiar incluso a gente obtusa. Su universalidad exige el esfuerzo de la diversidad... y de la lectura. Lo dice la campaña: Leer protege la mente.