Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Sin escapatoria

Ha sido tal el volumen de tácticas dilatorias movidas por la desobediencia de las autoridades eclesiásticas leridanas y el desacato de las administraciones civiles que, con la enésima decisión judicial, esta vez por decreto, no hay ya escapatoria para que los escurridizos irredentos devuelvan la colección de 111 obras en depósito que son propiedad de las parroquias aragonesas del Obispado de Barbastro-Monzón. En esta carrera sin fin sólo apta para pacientes, para personas mensuradas que saben dimensionar la importancia de los tiempos y de las formas como han sido los sucesivos obispos de la diócesis altoaragonesa y prelados como Joaquín Guerrero y Alberto Gimeno (éste del Gobierno de Aragón), la ejecución provisional constituye otra buena y gran nueva que, además, cuenta ya con el espacio previsto para el acomodo en el Museo Diocesano de un conjunto tan extraordinario de piezas artísticas.

La coincidencia prácticamente unánime (en el fondo de la cuestión, absolutamente) de todos los fallos de la vía civil y de todos los informes y documentos de la canónica no deja ya lugar a dudas, sobre todo con este último espaldarazo del magistrado Carlos Lobón: por fin se va a cumplir con los valores que se exige a la Justicia, como el resarcimiento de la dignidad y de la razón para quienes, durante muchas décadas, han estado privados por circunstancias diversas del disfrute de un arte que ha emanado del esfuerzo de muchas generaciones de feligreses que han depositado a través de su fe su capacidad creativa y sus anhelos de crear una belleza profunda, con contenido inequívoco, para su perpetuación por los siglos de los siglos. Comienza una nueva etapa en la que, además de gozar de las magníficas piezas, habrá que empezar a restañar las heridas de convivencia.