Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Se van a enterar

Se van a enterar
Se van a enterar
EFE

La he vuelto a escuchar: "¡Se van a enterar!" Expresión de periodistas viejos, que en la profesión más hermosa del mundo, la que más oportunidades otorga para aprender y para escuchar, tienen a cal y canto cerrada toda vía de entrada de la empatía. La fanfarronería es muy propia de las reuniones tabernarias de periodistas. Percibí esta querencia en un viaje "de motor" de los "años buenos", soberbios para el despilfarro, nefastos para la deontología. Aquella mesa de plumillas provectos que pedían para la cena los platos más caros y los regaban con Chivas o Moet. Total, pagaba la marca... En la aledaña, escuchaba atónito -apenas frisaba los 26- las historias para no dormir, las amenazas que son propias de los cobardes, como escribió Goethe, el rosario de inmoralidades sin fin...

Aquella especie, hoy en vías de extinción por las crisis, tiene su continuidad con otros matices en el periodismo de hoy. Quizás explica su debilidad la arenga de Winston Churchill: "Nunca llegarás a tu destino si te paras a tirar piedras a cada perro que ladra". Ante la crítica, se sueltan con una alegría macabra macarradas como "éstos se van a enterar", "por mis atributos que no van a salir en mi medio hasta el día del Juicio Final", "a éste me lo cargo yo"... Y, en baúl de las remembranzas, presumen estúpidamente de proezas como cargarse a tal o a cual con pseudoinformaciones o, como eufemísticamente aseveran, noticias "con intención". El colmo de la majadería.

Veo a los jóvenes periodistas, en posición frágil, mirada más limpia, mejores entrañas, y alucino cuando como toda crítica los viejos decimos que no preguntan. Como si las preguntas interesaran a esa ralea que tiene las respuestas escritas. Creen la verdad accesoria.