Opinión
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  • Diario del Altoaragón

El balance agroganadero altoaragonés

Las organizaciones agrarias Asaja y Uaga expusieron ayer el balance agroganadero de la provincia de Huesca, en el que una y otra han puesto el acento sobre cuestiones distintas y complementarias. El primero, en la afección que ha tenido en el consumo el cierre del canal de la restauración, cuyas mermas obviamente tienen su influencia dentro del sector primario. El segundo, en el incremento del valor de la producción agrícola en un 10 %, que no incluye la ganadería.

En una situación crítica, como la que excepcionalmente afecta no sólo a nuestra provincia sino a todo el mundo, es difícil encontrar muchos sectores en los que el peso de las oportunidades supere al de las dificultades. En una actividad como la agroganadera, de tanta incidencia global cuando estamos situados en una provincia y una comunidad que son exportadoras natas, el equilibrio entre la demanda interna y la exterior no es sencillo. Es obvio, de hecho así lo reflejan los datos de la base de las Cámaras, Aduanas y Agencia Tributaria, que la balanza comercial ha crecido de una manera sustantiva gracias al magnífico comportamiento de los alimentos y sus derivados, con una producción que tiene una extraordinaria aceptación en más de un centenar de países. Y, con la evolución natural de un planeta que supera los ocho mil millones de habitantes, la necesidad de proteína animal, fibra y otros componentes de los ganados y los campos asegura que éste continuará siendo un sector fundamental de desarrollo, en estos momentos de la pandemia además razonadamente esencial. No obsta, sin embargo, para que la difícil armonización entre las producciones, los precios y las normativas internacionales (sobre todo las europeas y las españolas) hayan de adaptarse para que siga siendo un escenario con porvenir para muchas generaciones.