Opinión
Por
  • ANTONIO CAMACHO PALENCIA

Sanidad pública, universal y de calidad (1)

Garantizar una sanidad pública, universal y de calidad es, sin duda, una de las cuestiones que más unanimidad ha concitado a raíz de la crisis sanitaria sin precedentes que estamos sufriendo. Cuando las cosas se ponen realmente difíciles, hemos comprobado cómo las entidades privadas han tenido que ser intervenidas para preservar la salud de los usuarios. No obstante, pese a ser una conclusión bastante evidente, no parece que vayamos a aprender la lección porque hay ejemplos, muy próximos, en los que se siguen facilitando las condiciones para la implantación de sanidad privada. Antes de la pandemia se cantaban las excelencias de un sistema sanitario público y, si bien es cierto que gracias a la entrega y profesionalidad de sus trabajadores ha conseguido reconducir situaciones verdaderamente extremas, no lo es menos que también se han evidenciado carencias tanto materiales como humanas que conviene subsanar de cara al futuro. Algunas son de carácter general, otras corresponden al ámbito autonómico y también hay cuestiones que afectan más al ámbito local. Por otra parte, es lógico que la pandemia condicione el presente análisis, pero algunas de las cuestiones planteadas son intemporales y piden el fortalecimiento general de un sistema sanitario que en los últimos años se ha visto debilitado por la política de recortes en los últimos años. Vamos a ello… Urge una planificación a nivel estatal y autonómico de todas las profesiones del sector sanitario, basada en una planificación y formación de especialidades sobre necesidades reales que permita absorber al alumnado egresado de las Facultades, ofreciendo estabilidad laboral y unos sueldos dignos que eviten la emigración de nuestro personal sanitario al extranjero.

Contar con la opinión de los profesionales de la salud por parte de los responsables políticos es una mejora necesaria porque son los que en el día a día están en contacto con la realidad sanitaria. Los asesores son un apoyo necesario, pero no suficiente.

Reforzar la Atención Primaria es otro de los requerimientos más evidentes a raíz de la pandemia, así como el refuerzo de la atención psicológica en las Unidades Infanto-Juveniles de los Centros de Salud. Si antes de esta crisis sanitaria se calculaba que cerca del 40% de las consultas estaban relacionadas con problemas de ansiedad y depresión, actualmente resulta imposible calcular la población que sufre problemas emocionales por las diversas secuelas derivadas de la pandemia.

Constituir y poner en funcionamiento los Consejos de Salud del Santo Grial y Pirineos y su imbricación en la red de Consejos de Salud es algo que se viene demandando desde hace mucho tiempo, y que sea el Consejo de Salud de Aragón el órgano que defina y proponga las medidas sanitarias pertinentes a la hora de afrontar la defensa de la población frente a la crisis sanitaria. También se necesita la convocatoria urgente del Consejo de Salud del Perpetuo Socorro. Estas medidas son muy importantes para implicar a la población en la defensa de la sanidad pública.

Un sistema público honesto y transparente exige también dar cuenta con todo detalle de la inversión que se realiza en sanidad, por la sencilla razón de que los recursos que se invierten provienen de los impuestos de la ciudadanía.

El ámbito rural, muy predominante en nuestra Comunidad Autónoma, viene sufriendo con frecuencia falta de personal. Hay que invertir para que esos puestos de trabajo se cubran y resulten lo suficientemente atractivos para los profesionales, pese a estar alejados de las grandes ciudades y de las ventajas que ellas proporcionan.

Necesitamos una infraestructura telefónica acorde al aumento de la demanda y atendida por personal preparado a tal efecto. Hay que empatizar con la persona que se encuentra mal y no puede acudir al centro de salud, ni tampoco recibir una atención telefónica que reduzca su angustia y preocupación. En la era de la tecnología esto no se entiende ni se puede admitir. Por otra parte, una llamada jamás puede sustituir a una atención presencial y debe exigirse que se vuelva a ella en cuanto sea posible.

Falta un protocolo único y coordinación entre Salud Pública y Atención Primaria. Es importante también que la relación entre Atención Primaria y los centros educativos sea fluida y constante para favorecer el trabajo de los rastreadores y que haya uniformidad en los protocolos a seguir. Desde que se pusieron en marcha es evidente que el rastreo no funciona bien, ya sea por formación inadecuada, por falta de coordinación o por cualquier otra razón.

Una respuesta comunitaria y centrada en la participación de la ciudadanía es el último aspecto de este decálogo de medidas. Hay que poner en el centro la Educación para la Salud preventiva y considerar a las personas autónomas y críticas y no meras receptoras de normas. Dictar normas y recomendaciones no es suficiente para cambiar conductas, es necesaria la implicación activa de la ciudadanía.

ANTONIO CAMACHO PALENCIA

(Pacto por Huesca)