Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Morir de sed cuando las palmeras aparecen

Morir de sed cuando las palmeras aparecen
Morir de sed cuando las palmeras aparecen
EFE

Confieso, con cierto remordimiento, que tengo no menos de media docena de libros abiertos. Y también que el día inaugural de 2021 pasaba por el cuarto de estar y vi encima de la mesita, con marcapáginas familiar, El Alquimista de Paulo Coelho. Albergo una necesidad irresistible, que es la de abrir todo lo impreso y echarle un vistazo. Del hojeo al ojeo y a darle la vuelta a la contraportada han transcurrido apenas cuarenta horas. Igual que en la gastronomía, es bueno de vez en cuando limpiar la boca con algo refrescante aunque sea tan melifluo como la obra del autor brasileño. La sencillez de la historia y la simbología espiritual de un volumen traducido a casi setenta idiomas tiene algunas analogías con el escenario de nuestros días.

En la majestuosidad expresiva que caracteriza a Coelho, afirma que, antes de afrontar un sueño, el Alma del Mundo quiere constatar si en el camino hasta esa base hemos aprendido las lecciones en nuestra peregrinación. Y en ese crítico instante es en el que la mayor parte de las personas desiste por un fenómeno que, en el lenguaje del desierto, se identifica con morir de sed cuando las palmeras ya aparecieron en el horizonte.

Cuando nos ufanábamos de haber hallado la Piedra Filosofal y el Elixir de la Larga Vida con etiqueta de Pfizer, a las contrariedades se ha sumado la desidia. Solventados los problemas logísticos, las unidades llegan con cuentagotas a España, el gobierno central silba y las autonomías demuestran que la diligencia es poco más que un carruaje en la vieja serie Bonanza. Sucede como con la práctica de diagnósticos, más fiable en lunes que en domingo, como si esta diferencia no fuera una mera convención laboral salvo para los católicos, en los que las fiestas son de guardar y de misa. Sirvió el día del Señor para la gran puesta en escena, pero la eficiencia se ha diluido con disolvente por el retrete de las incompetencias. No sé si alguien se da cuenta de que, cuando se presenta la oportunidad, hay que cogerla de las orejas, porque el elixir se desvanece si la voluntad flaquea.