Opinión
Por
  • ISABEL MONTAÑÉS NERÍN

Los libros de Martina

Martina, mi sobrina de 8 años, ha recibido un regalo muy especial. No son videojuegos, ni consolas, ni Spotifai. Dos libros. No sé sus títulos. Lo importante es que son libros. Palabras que le adentrarán en un mundo de sueños, de esperanzas, de realidades, sentimientos, de emociones. Y una emoción me ha embargado al ver su rostro ilusionado. En un mundo donde rige la técnica, que tantos beneficios nos trae, en Martina ha reinado la palabra, la letra impresa, que, de seguro, tantas riquezas le aportará.

Los libros de Martina me hacen soñar y evocar hechos y libros de mi vida. Mis primeras redacciones colegiales, con las que nació en mí la creatividad. Mi madre con infinidad de ocupaciones, pero con tiempo siempre para un libro. Me impuso un castigo, que resultó ser un regalo. Esa tarde no saldría con mis amigos, pero pasaría largas horas con un libro en mis manos. Así, me otorgó muchos más amigos para el resto de mi vida: los libros. Don José, mi profesor de literatura, me enseñó a bucear en la profundidad de la palabra. Unas clases en las que saboreaba el oro de lo escrito.

Gracias, mamá, porque en esa tarde de castigo me diste a "Viento del este, viento del oeste". Desde entonces, aprendería a tener muchos momentos para estar con los grafemas. Te menciono "Muerte, ¿dónde está tu victoria " porque me enseñaste que los sentimientos se expresan con palab?as, sílabas, letras que transmiten vida. A ti te compré "El bosque de la larga espera" y me metiste a la espera de mi historia contemporánea. Me contaste una guerra para que la maldad no vuelva, y para que lo bueno se repita. Si los lectores nos hacemos protagonistas de nuestra historia, como lo fueron los de nuestros libros, conseguiremos narrar una historia única. Termino con el libro que leo, días tras día, en el cual la palabra se convierte en bondad, en belleza, en bien. Las Sagradas Escrituras. Todos estos y muchísimos más han sido mi gran riqueza y mis compañeros.

¿Cuántas Martinas habrán tenido este regalo como tú Inundemos de letras, sílabas, acentos, puntuaciones... a nuestro alrededor llenándolos de sentido, expresión, fuego. Regalemos libros y quién sabe si al final compraremos los libros de Martina.