Opinión
Por
  • DAVID PORTOLÉS (CONCEJAL DEL PSOE EN EL AYUNTAMIENTO DE FRAGA)

Una imagen que quizás ya no volverá a verse

No sorprenda quizás a nadie que el proyecto que pretende recuperar el pozo de hielo que hace unos meses fue descubierto fortuitamente en la Plaza de España, se apruebe por el gobierno municipal y se publique en el Boletín Oficial de la Provincia de Huesca (BOPH) en pleno periodo navideño, no ya sin mediar una sesión de participación pública, si no tan siquiera sin presentación en ninguna comisión informativa municipal, los órganos de los que democráticamente se dotan los ayuntamientos para la participación y el debate político y técnico.

Sin embargo, nos encontramos frente a un proyecto que, sin duda, requería todo tipo de mecanismos de participación, puesto que la necesidad de conservar y poner en valor el vestigio etnográfico de un pretérito elemento funcional, se ha convertido, a mi parecer, en la ocasión para construir, casi desde la nada, un desproporcionado conjunto monumental de dudosa justificación (en algún momento a este tipo de obras se las etiquetaba con el mal nombre de faraónicas).

Costará en un principio más de un millón doscientos mil euros del presupuesto municipal, y en el presupuesto presentado en el proyecto no están todos los gastos que se derivan de su completa realización, puesto que la resituación de la escultura de "La Fragatina" o la transformación sistemática de las supuestas "sitjes" existentes en el paseo no se contemplan. Una cantidad nada habitual para las inversiones realizadas en el casco antiguo en los últimos años.

En él se contempla implantar en medio del espacio público actualmente libre un edificio de una superficie de ocupación de unos 190 metros cuadrados, casi cuatro veces superior a la del pozo descubierto que no llega a los 50 metros cuadrados. Modificará las condiciones de accesibilidad de todo el casco histórico, sin haberse realizado previamente ningún estudio de movilidad de estos efectos, cuando es precisamente el conjunto de nuestro Cegonyer, nos guste o no, el acceso rodado fundamental a todo el centro histórico. Y elimina casi cuarenta aparcamientos, sin proponer más alternativa que utilizar los que ya actualmente existen en la Pista, cuya regulación actual ha generado en la práctica la reducción del estacionamiento disponible para los residentes en el centro histórico.

Sin duda, el reconocimiento del vestigio de formas de vida pasadas que representa el pozo de hielo requiere una actuación. Pero esta se puede llevar a cabo con más proporción y con mucha menos grandilocuencia, algo que hubiera podido derivarse seguramente de un proceso bien hecho de participación ciudadana con evaluación de alternativas. Remarco aquí el hecho de que la superficie que ocupa el pozo prácticamente no afecta a zonas de paso de vehículos, por lo que puede integrarse en la plaza España mediante una actuación más limitada, y que finalmente, después de tanto dispositivo, el sistema de acceso al interior propuesto en el proyecto aprobado acaba siendo una escalera de caracol de nula accesibilidad para personas con movilidad limitada.

De ninguna manera se justifica por el hallazgo del pozo la pretensión de remodelar la totalidad de la Plaza de España o de apartar de aquí la emblemática escultura de "La Fragatina". Y vuelvo a señalar lo que me parece imprescindible considerar cuando se intenta actuar en nuestro barrio histórico; las causas fundamentales de su ruina son la despoblación, la concentración de situaciones de infravivienda y la degradación de las edificaciones residenciales. Sin actuar sobre estas causas es puro pensamiento mágico creer que se puede revertir la decadencia del casco. El pozo más terrible y con más necesidad de actuaciones que tiene nuestro casco es ahora ya el eje de la calle Mayor. Cualquier actuación ha de ser compatible con esta prioridad, que además coincide aquí con la lucha contra la pobreza y la exclusión social en toda nuestra Ciudad.