Opinión
Por
  • javier García Antón

Año nuevo en Wuhan

Año nuevo en Wuhan
Año nuevo en Wuhan
D.A.

Wuhan se prepara para el Año Nuevo lunar. Apenas quedan un par de semanas pero la fiesta está desatada en el kilómetro 0 de la pandemia que se ha llevado más de dos millones de vidas por delante en todo el planeta. Las cifras oficiales de la República Popular cuantifica en 4.635 los muertos de entre 90.000 personas contagiadas. Datos falsos con toda certeza.

Paradójicamente, está en una situación inmensamente mejor que el resto del mundo. Hasta tal punto que las teorías conspiratorias crecen a la par que la popularidad interna de Xi Jinping le da más poder que a las viejas dinastías de emperadores. Es un tipo listo y en la carrera por la supremacía global saca varias cabezas, por sus méritos y la estulticia de Donald Trump. El PIB de China ha crecido por encima de los dos puntos mientras el nuestro baja a los infiernos y continentes enteros beben las aguas del desarrollo ficticio que les otorga el gigante asiático con una nueva colonización. Su única debilidad es el envejecimiento de su población, que le confiere un futuro algo menos contundente.

Todos los componentes geoestratégicos no son nada comparados con el ánimo de los chinos de Wuhan, exultantes porque les llega su particular año nuevo. Están orgullosos porque su exhibición de disciplina ha sido digna de las huestes comandadas por generales inspirados en Sun Tzu. Se sienten poderosos y su autoestima se dispara como un cohete. Saben, porque lo dicen, que están recibiendo vacunas propias... que obviamente no han compartido con nadie. ¡Miserables! Discotecas repletas, sin aforos ni horarios. Y, tras leer el artículo de El País, miro a mi entorno. Depresión.