Opinión
Por
  • Javier García Antón

Directores en el litigio

Llega a Barbastro el último lote de arte sacro
Llegada a Barbastro del último lote de arte sacro
G. A.

David Jiménez todavía recoge beneficios de “El director: secretos e intrigas de la prensa narrados por el exdirector de El Mundo”. Es una lúcida (y estupendamente escrita) narración sobre la trama de presiones, de búsquedas de influencia, de intercambio de favores -algunos colegas los llaman cromos, yo prefiero los de panini del Huesca en Primera- y de algunas otras perversiones que, sin dudarlo, obedecen a la dependencia servil por la insuficiencia económica de los medios. Algo que, como sucede en otros ámbitos (organizaciones empresariales, sindicales, sociales, culturales, deportivas...) se resolvería si cada beneficiario aportara el 1,50 euros del periódico, el anuncio en la radio o la cuota asociativa patronal, sindical o sociocultural en la dimensión precisa para la sostenibilidad. Ahí ganaríamos todos, perderían los urdidores de las mallas sistémicas. Créanme, amigos lectores, sé de lo que hablo y de la incomodidad que estas palabras suponen en muchos “desiertos”.

Estos días he intercambiado un par de conversaciones con Santiago Costa, director de El Segre, propiciadas por la devolución de los bienes de Lérida al Museo de Barbastro-Monzón. Santi, de Campo y con gran arraigo en Huesca, defiende la posición de su medio, un diario magnífico y estupendamente arraigado en el territorio. Es la esencia del periódico y del periodismo. Lógicamente, discrepamos en el fondo de la cuestión y nuestros editoriales se parecen argumentalmente como un huevo a un calcetín. Y, sin embargo, su talante y su profesionalidad. Y, sobre todo, cuando agradezco que nos ceda fotografías de los camiones del transporte, me ratifico en la grandeza de la tolerancia para la concordia. La discrepancia fértil. Un abrazo, Santi.